martes, 14 de octubre de 2008

No estamos frente a una crisis económica, sino a una crisis cultural"

El filósofo Ricardo Forster indicó a lanacion.com en un reportaje que el escenario actual obligará a replantear los valores que imperaron en los últimos treinta años; recomendó volver a leer los clásicos de la teoría económica. Considero que esta crisis tendrá, seguramente, su correlato en lo educativo de ahí esta nueva entrada en el blog.
De la Redacción de lanacion.com rquesada@lanacion.com.ar
"La historia es una vieja dama que siempre tiene algo nuevo para decirnos y sorprendernos. Y ahora estamos sorprendidos tratando de preguntarnos qué está pasando", reflexionó el filósofo Ricardo Forster sobre la crisis financiera global.
Según el intelectual, el colapso que vive el mundo desde hace unas semanas va más allá del plano económico y abarca una crisis cultural sin precedentes en la historia reciente.
Forster, investigador y profesor de Historia de las Ideas de la UBA, cree que el escenario actual llevará a replantearse los valores que imperaron en los últimos treinta años, que llevaron a que los ciudadanos se dejaran de como ciudadanos y se vieran a sí mismos como consumidores.
"A paritr de esta crisis, seguramente, veremos replanteos de los imaginarios sociales y culturales y también nos repensaremos a nosotros como sociedad. Habrá que ver de qué manera podremos reconstruir un tejido que fue desestructurado, de qué manera podemos dar un combate en el territorio de lo cultural", sostuvo.
Desde su óptica, hay que comenzar a buscar alternativas para salir de la crisis y para eso es necesario "volver a leer los clásicos como John Maynard Keynes, Karl Marx, Max Weber, David Ricardo o Adam Smith para pensar desde ellos las crisis de nuestro tiempo".
-¿Cuál es su visión de la crisis que por estos días vive el capitalismo?
-Creo que, por un lado, hay que ver la crisis en una perspectiva histórica. Es necesario salir de la pura autorreferencialidad de época y dar cuenta de otros momentos significativos, otros caminos recorridos por el capitalismo, que también supusieron crisis, bancarrotas y cracs.
Podemos ver ciertas marcas, ciertas huellas de esos acontecimientos en la experiencia contemporánea. Eso no quiere decir que la historia se repita y que tengamos que esperar que hoy se reproduzca exactamente lo que aconteció con el crac del 29.
Es importante ver de qué manera en aquellos contextos se buscaron alternativas, salidas para la crisis. Para aprender, para ver qué nos está sucediendo y tratar de descifrar las claves de lo que hoy esta pasando, pero con una mirada retrospectiva, con la vista puesta en otros momentos de la historia.
-¿Cuál su opinión respecto del capitalismo en estos últimos treinta años y cómo piensa que va a ser de ahora en más?
-El capitalismo de las últimas décadas produjo un giro vertiginoso y prácticamente destruyó lo que fue el welfare state , el Estado de bienestar, la idea de una economía no sólo manejada por la especulación financiera y los flujos de capital, y absolutamente dominada por la lógica del dinero.
Durante bastante tiempo y, a partir de la salida de la crisis del 30, lo que dominó la economía de los países centrales y en parte de algunos emergentes fue esta idea de un Estado capaz de intervenir, de regular, de ocupar un lugar clave en los procesos económicos, vinculándolos con lo social y lo político.
En los últimos treinta años lo que se vio fue que en el mundo la riqueza fue concentrándose más, no sólo en los países pobres sino también en los ricos.
El proyecto abierto por Reagan en los Estados Unidos transformó en parte el modelo de acumulación norteamericano y de concentración de la riqueza. Se fijó una lógica puramente especulativa que les prohibió a las economías emergentes hacer lo que hoy están haciendo las economías ricas del mundo: usar el gasto público para reactivar la economía y la producción.
Volvieron a boca de todos palabras que estaban fuera de todo diccionario que contenía lo correcto, como nacionalización, estatización, intervención, regulación.
Estamos frente a un giro, pero no sabemos hacia dónde estamos yendo. Hoy hay una euforia en las bolsas del mundo, pero la euforia de un día no es el final de la crisis.
Hay que estar atentos a qué va sucediendo, qué pasa con nuestras economías, con el crédito. Qué políticas fijan los países centrales para los emergentes, si van a ser consecuentes con esta lógica del salvataje.
Me parece que estamos frente a una gran polémica política, ideológica, filosófica, económica del modelo global. Hablo de ese modelo global que dominó la escena en los últimos años y que había quedado absolutamente fuera de de debate.
Las premoniciones de Francis Fukuyama hablaban del "fin de la historia" y de una época sin conflictos dominada por la democracia liberal, como final absoluto de la historia. Pero la historia es una vieja dama que siempre tiene algo nuevo para decirnos y para sorprendernos. Y ahora estamos sorprendidos tratando de preguntarnos qué está pasando.
-El recientemente nombrado Nobel de Economía Paul Krugman dijo hoy que esta crisis no nos va a hacer redescubrir a Karl Marx sino a Franklin Delano Roosevelt...
-Krugman es un hombre formado en la tradición keynesiana. Roosevelt fue el político del siglo XX que con mayor audacia y sagacidad descubrió que John Maynard Keynes le ofrecía una cantidad de instrumentos en ese momento una cantidad de herramientas significativas e imprescindibles para superar la crisis del 30.
Creo que Krugman lee a partir de una cierta identidad filosófico-económica y me parece razonable. Pero, probablemente Marx también tenga cosas para decirnos, porque siempre tiene algo para decirnos y se las ha dicho a Keynes.
Keynes nunca dejó de leer atentamente a Marx para pensar él la economía capitalista y sus alternativas frente al laissez faire y el dominio del ultraliberalismo.
Por lo tanto, creo, más allá de Krugman, que siempre es bueno recuperar a aquellos grandes maestros del pasado que dijeron cosas significativas para analizar el movimiento de la historia y de la economía. Marx es un clásico, Keynes también tiende a ser un clásico. Yo no diría: "Menos Marx y más Keynes", sino que está bien que regrese Keynes.
Pero también es importante Marx, porque nos permite ver por detrás, ver las zonas oscuras, leer también estas crisis del capitalismo. Hay volver a leer a los clásicos sin prejuicios. Y también incluyo a Weber, a David Ricardo y Adam Smith.
Del mismo modo que hay que tener en cuenta y con mucho cuidado que una de las salidas de la crisis del 30 no fue sólo el welfare state , el New Deal rooseveltiano, sino que también fueron los fascismos europeos y la Segunda Guerra Mundial.
Hay que estar atentos a los signos de la época y tener mucho cuidado frente a los modos de resolución de este conflicto grave de la sociedad capitalista y de lo que se puede construir como alternativa a este conflicto.
-¿Cómo cree que la crisis afectará al ciudadano común, que no tiene inversiones en Wall Street?
-Durante mucho tiempo al ciudadano común se lo bombardeó con una serie de ideas y de valores que quedaron materializados. Creyó que el mercado, el dinero, el éxito y la especulación eran el centro único de la vida. Y eso marcó su vida, sus valores y su sensibilidad. Entonces, más que pensarse como un ciudadano, se pensó como un consumidor.
A paritr de esta crisis, seguramente, asistiremos a replanteos de estos imaginarios sociales y culturales. También nos repensaremos a nosotros como sociedad.
Habrá que ver de qué manera podremos reconstruir un tejido que fue desestructurado, de qué manera podemos dar un combate en el territorio de lo cultural. Porque no estamos frente a una crisis económica, sino a una crisis cultural, una crisis estructurada en términos de valores.
Estamos frente a la necesidad de repensar estos rasgos de la cotidianeidad en la Argentina, en América latina.
Voy a decir algo que no es menor: en América latina en los últimos años hubo un adelante crítico frente lo que era esta burbuja especulativa. Hay que prestarle atención a cómo se leyó América latina en los últimos años, acusándola de intervencionista, estatista. A Lula, a Chávez, a Correa, Evo Morales o los Kirchner, con sus diferencias, pero da lo mismo. La lectura que se hacía era que América latina era la oveja negra, una anomalía insoportable.
Ahora descubrimos que, con nuestros errores, nuestros equívocos, nuestras contradicciones, experimentamos en los últimos años algo de aquello que estaba por acontecer en el mundo. Pero, claro, tenía que suceder en la principal economía para que una luz distinta nos permitiera leer de otra manera nuestro pasado reciente.
-¿Cree que el salvataje financiero de George Bush implica el fin del paradigma neoliberal?
-Los paradigmas son como la vida. Nacen, se despliegan, tienen su momento de éxito fulgurante y después les toca la decadencia, la decrepitud y probablemente la muerte. No hay paradigmas eternos. La eternidad no le cabe a nadie, salvo a los dioses.
El paradigma que se creía eterno, que era el de una economía de mercado absolutamente liberal, de desregulación fianciera, ha entrado en un punto de colapso. Esto no quiere decir que no intente volver con un discurso matizado, camuflado, travestido para ir defendiendo alguna de sus posiciones.
Pero parece evidente que la intervención del gobierno de Bush, en el momento en que se está yendo tras haber protagonizado una de las peores presidencias de este siglo y del siglo pasado, es la respuesta a un colapso del que sólo se podía salir revisando los radicalmente supuestos que llevaron al colapso. Y Europa también fue responsable de esto.

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